Desde hace años, tengo muy claro el problema de Superman. Es difícil hacer historias interesantes con un tipo que prácticamente es superior a cualquier villano, así que reducimos sus poderes -como hizo John Byrne en los años 80- o lo enfrentamos a amenazas más grandes que la vida -recordemos la JLA de Grant Morrison. Si elegimos la primera opción, nos quejaremos de que a Superman le supone un desafío incluso vencer al Juguetero y de que eso va contra la grandeza del personaje. En cambio, si optamos por la segunda opción, le veremos sufrir realmente para vencer una batalla, si bien es difícil encontrar grandes rivales todos los meses -y más aun si se publican varias series mensuales. De una forma u otra, pero las historias de Superman tienen que volver a ser interesantes. Si no existe la sensación de riesgo, el lector pierde interés por sus aventuras.
En otros tiempos, los guionistas recurrían a las "historias imaginarias", relatos que transcurrían fuera de la continuidad y en las que podía pasar todo. Y sin ningún límite para la creatividad, las historias pueden volver a ser interesantes. Es sintomático que algunas de las historias más memorables de Superman sean precisamente historias de este tipo: Identidad secreta, Hijo rojo... Desgraciadamente, en lugar de explorar más esta vía, en DC Comics están sometidos a otro límite: hay que ser políticamente correctos. Por eso Superman nunca podrá protagonizar una historia en la que tiene hijos con muchas mujeres o en la que se vuelve malvado y arrasa con la humanidad. Por eso mismo, para encontrar cómics así hay que ir a otras compañías como Image Comics o Boom Studios. Series como Dynamo 5 o Irredeemable ofrecen visiones de Superman que la propia DC difícilmente podrá ofrecer.
Antes que nada, tengo que admitirlo: he buscado el nombre de Irredeemable en Google. ¡No me aclaro a escribirlo! Su creador, Mark Waid, podía recurrido a un título más recordable. Pero bueno, vamos a lo que vamos, a hablar de los primeros episodios de esta colección, ahora que he podido leerlos mediante la edición digital de ComiXology. Los tres primeros los compré allá por diciembre de 2011 y los tres siguientes en ¿agosto? de este año como promociones que lanzan de vez en cuando a 0,79 euros el episodio.
Publicada en EEUU por Boom Studios, Irredeemable debutó en 2009 y fue hace poco, en febrero de 2012, que se anunció su cancelación, no por falta de ventas sino por que Waid consideraba que ya había contado lo que tenía que contar. Esto, todo sea dicho, me parece que le honra, ya que lo mejor de una serie de autor es que no hay por qué continuarla porque sí, como ocurre en las majors. Por otra parte, en España la serie es publicada por Norma Editorial en unos tomos condenadamente caros -entendéis por qué he recurrido a la edición digital, ¿verdad?
Después de toda una carrera escribiendo cómics de corte clásico y tradicional, Waid nos sorprende aquí con una serie que se parece más a The Authoriy de Warren Ellis que a todos esos trabajos firmados durante dos décadas. Hay que decir que no es la primera vez que intenta quitarse ese sambenito que los lectores le hemos puesto: hace unos años, ya lo intentó con Empire. Sin embargo, la impresión general que todos tenemos de él es esa, de un escritor que disfruta regodeándose en la vieja forma de hacer cómics de superhéroes. Por eso sorprende que en Irredeemable de una vuelta de tuerca a su enfoque tradicional para presentarnos al Plutoniano -o sea, Superman-, el mayor héroe de la Tierra, convirtiéndose en el mayor villano de la Tierra.
En algún momento, todos hemos pensado que Superman podría acabar con sus enemigos fácilmente. Con esos poderes que tiene, no acaba con ellos por que no quiere. Que sí, que Superman no mata... Pero ¿y si lo hiciera? ¿Y si un día está hasta las narices de cómo le trata el mundo, pese a que continuamente está salvando a la humanidad, y decide que a partir de ahora hará lo que le venga en gana? Pues ese es el caso del Plutoniano.
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